Citas célebres

miércoles, 27 de julio de 2011

(Bello) Camino hacia la muerte...

Si pudiera describir la vida de algún modo, o mejor dicho relatar en una novela la existencia de cualquier persona o ente viviente, creo que la mejor forma de hacerlo sería con el título  que encabeza esta entrada. ¿Qué es la vida sino un camino hacia la muerte? Un sendero a recorrer, que queriéndose burlar de nuestra propia arrogancia humana, se nos es ofrecido con un reloj con cuenta atrás. Y es que cada segundo que vamos consumiendo de nuestra existencia, no es más que un pequeño paso hacia la muerte.
La vida… ese extraño inicio (o fin) de algo que se nos brinda de forma casi aleatoria, por azar, ¿por qué quién decide estar vivo? Nadie. Simplemente lo estamos.  Nuestra vida es el resultado de un millón de casualidades que resultaron ser… y simplemente si alguna de ellas, por simple que sea, no se hubiera dado, no estaríamos aquí. Si justamente el día y el lugar donde nuestros progenitores se conocieron por primera vez, si ese día de hace X años, alguno de los dos sencillamente hubiera optado por no ir a ese lugar, quién sabe si ahora estaríamos aquí.  Cualquiera podría afirmar entonces, que es el destino o Dios, o cualquier entidad omnisciente y superior a nosotros, quien está detrás de esta serie de (¿aparentes?) casualidades, y que por ende es él quien decidió de forma deliberada y casi por capricho suyo,  dónde, cuándo y cómo habíamos de existir (o no hacerlo). Ese ser o fuerza suprema que mueve pretenciosamente los hilos de nuestra vida, sin que nosotros podamos oponer la menor resistencia.  Pero aunque esto sea cierto, y haya algo o “alguien” que se dedique a dirigir la orquesta del universo, este curioso director de orquesta aún “castigándonos” con la condena de la mortalidad,  nos dotó de una peculiar virtud: la conciencia, conciencia de nosotros mismos, de nuestro paso por el mundo. Y es esa misma conciencia la que nos permite, aunque quizá sólo sea de forma engañosa e ilusoria, elegir. Sí, así es elegir. Escoger cómo queremos que sea este camino hacia la muerte, hacia lo desconocido. Cada uno de nosotros es el que, probablemente sin ser apenas conocedor de esto,  escoge la clase de pasos que da, si son largos o cortos, firmes o vacilantes,  toscos o elegantes…Porque aunque no podamos elegir la extensión del sendero, sí que podemos escoger el cómo, el adjetivo que acompañe al título de nuestra pequeña y breve historia. 

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