Citas célebres

viernes, 30 de julio de 2010

De fantasías...

Noche de viernes (dentro de 15 minutos, sábado), al igual que cualquier otro día de verano, las horas transcurren y mueren, sin ,quizá, haber servido para nada más que para navegar por internet o cualquier otra banalidad del mismo calibre. De esta manera veo pasar el tiempo, sin que nada transcendental ocurra: van pasando los segundos, minutos, horas, días, semanas, meses...hasta acabar de nuevo con las dulces vacaciones de verano (¡benditas sean!) y empezar, como cada año, con la rutina. No es que me queje de las vacaciones de verano (¡faltaría más!), es sólo que me gustaría romper un poco, tan sólo un poco, con esta monotonía de días que se trancurren los unos a los otros sin, a veces, ni siquera una anécdota o suceso por destacar. Ay, cómo desearía romper con esta tranquila y apacible llanura que es mi vida y perderme, aunque sea tan sólo un día, por mi ciudad en bici, sin un rumbo fijo, simplemente dejarme llevar, hasta llegar a la costa y allí, mientras dejo mi bici reposando, tumbarme en la playa: sentir como cada grano de arena se instala en mi ropa mientras mojo mis pies en el agua cristalina, y simplemente cierro los ojos y dejo que mis pensamientos broten libremente en mi mente, dejándome llevar por el inmenso placer y tranquilidad de un momento como este. Después, abro mis ojos, me incorporo, y mientras me sacudo la arena que llevo encima, aparece un chico: nuestras miradas se cruzan, y nos quedamos mirando el uno al otro, perdiendo la noción del tiempo y olvidando todo lo demás; hasta que el llanto de un niño nos devuelve a la realidad, y él se despide de mí con una amplia sonrisa que deja apreciar la perfección de esas perlas que tiene por dientes, y sigue su camino, alejándose cada vez más, dejándome a mí, allí, parada ,en otra galaxia, con las mejillas encendidas al rojo vivo y ardientes, y una leve y tímida sonrisa que se esboza en mi cara. Así, recogería mi bici, y deshacería el camino hecho para volver a mi casa, donde, cansada, me dejaría caer en la cama, dejando escapar de mi boca un suspiro y un " ¡Qué fantástico día!", mientras se dibuja en mis labios una amplia sonrisa que deja al descubierto todos mis dientes.

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